lunes, 10 de mayo de 2010

Relaciones arte-lingüística-educación

Una afinidad a las ciencias sociales y a las humanidades me ha acercado a la profesionalización en dichos campos. Mi trayectoria laboral se ha insertado siempre en la docencia; así que mis acciones se enfocan a mi trabajo.
Mi formación inicial como Instructor de Arte me coloca de lleno en el plano de la técnica y me hace asumir la actitud de profesor. Mi formación como lingüista me acerca a una apreciación del lenguaje como facultad humana y como campo de desarrollo cognitivo y afectivo. Una maestría en educación – además de diversos cursos, diplomado en formación docente- facilita una perspectiva de la docencia como actividad compleja en la que se enseña, o bien se facilita el aprendizaje; pero en la cual también se monitorea el auto-aprendizaje así como las relaciones con los estudiantes, en tanto seres humanos, entre muchas otras cosas.
Una incursión en la investigación empírica de la lengua escrita, en su dimensión cognitiva, y en la estética de la danza, como área de la afectividad sensorial, ayudan en la comprensión de los campos de mi interés. Aunque no estoy seguro de que mi formación profesional, mis estudios de posgrado, ni mi incipiente contacto con la investigación garanticen un ejercicio de la docencia siempre efectivo.
Hace años participé en un curso universitario llamado “La docencia como actividad compleja” en el que alcancé a dimensionar algunos planos de la profesión, casi ocultos para la inercia institucional. A partir de esa experiencia tengo la sensación permanente de incompletud; una sensación que se reconfigura con cada nuevo grupo de estudiantes, y con cada nuevo ciclo escolar.

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